Laura Spalding y Fabián González. "Ambos actores ofrecieron una tarde de teatro enjundiosa y sin monotonía". (Foto: Gustavo Mirabile). |
Por Antonio Bones
La obra teatral “Ausencia” del escritor argentino, Daniel
E. San Martín continúa presentándose en la pequeña pero acogedora sala
dispuesta por el Instituto de Arte Teatral Internacional (IATI). En co-producción con Todo Vanguardia, IATI
logra traer a escena un trabajo creativo que, además de ser vanguardista,
cumple con todos los requisitos para el montaje sobre un escenario
conceptualizado como teatro arena.
En una adaptación teatral de su cuento El desajuste, el
autor se permite y nos permite invadir el íntimo y desaforado entorno que
habita el personaje central y “su Mente”.
Un sórdido sótano u oscura bóveda enmarca la figura de Calabria
(protagonista) y Mente (antagonista), en
un juego enérgico y necesario de emociones.
¿Quién dudaría que esa bóveda húmeda o sótano sórdido sea una habitación
en cualquier sanatorio siquiátrico de cualquier país latinoamericano? Calabria es un hombre atropellado,
atormentado, y angustiado por las realidades que le depara el sino y la
psiquis. No sabemos con certeza si
Mente, aún siendo mente, es también encarnación real de la Madre, la Abogada,
la Psiquiatra, el Jefe de empresa, el Chileno, el Lombriz, el Gerente y Mórtula
(por orden de aparición) o simple sensación subjetiva falsa arrancada de su
circunstancia. Tal parece que todos los
personajes se yerguen desde una realidad demencial o desde una demencia muy
real. La acción se reparte vivaz,
comprometida, reflexiva, astuta, enigmática, y hasta sorpresivaf; elementos
cruciales para un montaje con precisa finalidad.
La pieza, con acto único, estuvo meritoriamente representada
por dos actores de sólidas tablas. En el
personaje de Calabria contamos con el actor Fabián González y como contraparte
esencial a la talentosa Laura Spalding.
González supo entregarse con intrépida rendición a un personaje que
requería una sólida capacitación histriónica.
Las múltiples transiciones y giros emocionales experimentados por el actor,
resultaron capaces de infiltrarse en el cuadro emocional del espectador. Era como sentir su angustia aflorando por los
poros o sentir su respiración latigándonos el rostro. La química actoral, de González, sumada a la situación
coloca al concurrente en un plano de juicio crítico, mientras lo incita a
convertirse en participante activo. Supo adentrarse en la estructura ósea del
personaje y lo creímos, lo sentimos, lo rechazábamos, a ratos, pero lo podíamos
vivir. ¡Esa es ilusión teatral!
Los desdoblamientos, mecanización, juego intruso,
proyección aniñada, el desenfreno y brío de la Spalding en escena enaltece. Su crudeza, su ternura, su cúmulo de
sentimientos y nervios bien canalizados la estimuló a matizar con dominio. Esa soltura para fraccionarse y ser
detonante-mente de Calabria surtió efecto.
Nos sobrecogía con una mirada fija, enfocada al punto de arranque o de
lucha. Ambos actores ofrecieron una
tarde de teatro enjundiosa y sin monotonía.
Nos enorgullece su representación convertida en símbolo cultural de los
países hispanoamericanos.
La poca utilización de escenografía a cargo de Leni
Méndez quien también fungió como directora cumplió su cometido. En una obra que necesita espacio para
situaciones constantes con diversas ramificaciones, era imprescindible
descargar la escena de recursos técnicos que no aportaran al montaje. Méndez con sagacidad encierra a sus
personajes con simbolismo dentro, cuasi, de una membrana cerebral o telaraña -cañería
aislada pero presente a la condición del hombre-. Como en un cuadro de ajedrez, la directora
movió con fluidez a las criaturas teatrales que demandaban incesantes
posicionamientos. La dirección fue
trabajada con esmero y pudo notarse de principio a fin.
Deseamos rescatar con respeto y admiración las
intervenciones de los siguientes técnicos teatrales: Leyma López como directora
asistente, a Yasil Fermín en la operación de consola, en las proyecciones de
traducción a José Luis Morales, editor de traducción y medios sociales a cargo
de Álex Vázquez; además de la promoción y mercadeo en la figura de Álex
Vázquez, Laura Spalding, Fabián González y el organismo IATI.
San Martín, autor de la obra teatral, tiene a su haber
varios libros publicados entre los que se incluyen: El día que me convertí en indio (relato), Amoralejas y Convergentes (ambos
de cuentos), La novela policial y la
publicación de Ausencia (teatro).
Si desea estar al día con las presentaciones de Ausencia u otras producciones no dilate
en llamar al número telefónico 212-505-6757 o visítelos en el 64 Este de la
calle 4 en el condado de Manhattan.
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