Saturday, November 20, 2010

Pasado para la identidad

Teatro Pregones con The Harlem Hellfighters on a Latino Beat completa la trilogía que inició con La rosa roja y continuó con Aloha Boricua. Las tres piezas tienen elementos estéticos comunes: incorporación de música en vivo, exploración del movimiento escénico y elencos de actores comprometidos. También es relevante otro elemento común: la historia.

Hurgar en la memoria es un acto necesario en culturas dominadas. Una cultura colonizada, supuestamente carente de pasado, de historia y sin memoria, será llevada a asumir el punto de vista dominante. El proyecto de Pregones escarba en la historia paralela y marginada, la historia nuestra: puertorriqueña y latinoamericana de Nueva York.

Con The Harlem Hellfighters on a Latino Beat, Rosalba Rolón trae acontecimientos poco conocidos. Durante la primera guerra mundial, la mejor banda del ejército norteamericano estuvo integrada por músicos afro-americanos y puertorriqueños. Si los músicos en Norteamérica son segregados, en Francia se reconoce el talento del colectivo. La música es el campo de encuentro entre dos grupos que necesariamente han de poner de su parte para funcionar.

En el entramado hay otra historia: la de Victoria Hernández. Victoria, pianista y aficionada a la música clásica abre la primera tienda de música puertorriqueña en Nueva York y es figura importante para algunos músicos de la banda, una vez desaparecido Europe. Aparte de ciertas similitudes en la funciones de la autora-directora y el personaje, éste plantea un elemento feminista en el argumento.

El montaje alcanza un alto nivel, gracias al trabajo de equipo. Es un elenco homogéneo y que disfruta de los retos. Cabe hablar de Danny Rivera quien pone en función del personaje sus recursos actorales y su experiencia. Junto a él están Shadia Almasri, Otis Cotton, Yaraní del Valle Piñero, Jesús Martínez, Omar Pérez y Antonio Vargas.

El conjunto musical, bajo la conducción de Desmar Guevara e integrado por Konrad Adderley, Anthony Carrillo, Joel Mateo, Steve Oquendo, Alberto Toro, Bruce Harris y Papo Vásquez conduce a los espectadores por un recorrido a comienzos del siglo XX.

Los hechos tienen un peso contemporáneo. Los “fantasmas,” como son llamados en la pieza, muestran que a pesar de las diferencias culturales, se puede interactuar y alcanzar objetivos. Además, sienta el enunciado que debemos revisar nuestros logros y desaciertos como comunidad.

Monday, November 8, 2010

Pragmáticas y románticas

El Festival Venezolanos en Nueva York presentó en el Repertorio Español el viernes 5 y el sábado 6 de noviembre, en doble tanda, los unipersonales Mi marido es un cornudo y El aplauso va por dentro. Dos figuras de la actuación en Venezuela, Elba Escobar y Mimí Lazo, dieron perspectivas diferentes, y hasta opuestas, sobre el mismo tema: la infidelidad conyugal.

Al ver las piezas una tras otra el espectador se da cuenta de aspectos comunes. El primero es que los personajes son mujeres en un mundo competitivo que luchan en el contexto profesional. Ellas se ríen de sí mismas, de sus obstáculos y constantemente diseñan estrategias para lograr sus objetivos.

Los textos son sobre mujeres venezolanas de la clase media con trabajos estables. Para ellas, la economía da uno que otro dolor de cabeza, la política pasa a segundo plano: lo relevante es alcanzar la plenitud emocional de una u otra manera.

Tanto Elizabeth Fuentes como Mónica Montañés son periodistas de profesión. Han aprovechado el oficio de la noticia para contar historias; utilizan la escena como medio para brindar aspectos sobre la realidad.

Bajo el comercial título de Mi marido es un cornudo, Elizabeth Fuentes muestra un ángulo diferente de las relaciones de pareja. Las mujeres pueden ser infieles. Como los hombres, pueden ser cazadoras. Como los hombres, diseñan estrategias para lograr sus objetivos sin que el otro se dé cuenta. Todo esto lo comprueba el personaje, una periodista que tiene la asignación de escribir un artículo sobre la infidelidad femenina. Para tener datos de primera mano, sigue los coqueteos iniciados por un compañero de redacción.

El trabajo, además de ser humorístico, contiene datos interesantes. El porcentaje de féminas infieles es elevado a diferencia de lo que convencionalmente se cree. Para el hombre, el encuentro extra-marital no crea lazos afectivos, mientras que la mujer tiende a enamorarse del amante. Sin duda, el dato relevante es que el 62% de las mujeres venezolanas son cabeza de familia.

Elba Escobar es una actriz de grandes recursos. Su capacidad actoral atrapa al espectador y lo conduce por esa historia poco conocida. Elba realiza impresionantes transiciones para recrear las diversas voces y momentos del monólogo. Además, en Mi marido es un cornudo hace uso de experiencia como cantante de baladas y boleros.

Por su parte, el texto de Mónica Montañés, estrenado en 1996, es la historia de Valeria, divorciada, cabeza de familia, que encuentra –una vez más- al hombre diferente, a ése que no es como los demás. El día que cumple cuarenta años, Valeria va al gimnasio para comenzar sus clases de aeróbicos ya que la competencia es fuerte: no sólo sus contemporáneas, también las jovencitas andan tras las potenciales parejas. Al final, el novio embarca a Valeria porque tiene que cumplir con su esposa. A la cuarentona le da una crisis que la lleva a apreciarse a sí misma.

Montañés creó un personaje que representa a las mujeres que han asumido los códigos dominantes sobre la mujer femenina y bombardeados por diversos medios como el folletín televisivo: el cuidado de la belleza, la actitud pasiva, el hombre como conductor de sus vidas. Valeria comenta que las mujeres se someten al rigor de las dietas, de los tacones, de la depilación, del vestir para cazar hombres que pueden ser calvos, barrigones o enanos.

En El aplauso va por dentro, Mimí Lazo interpreta a la profesional exitosa en cuyo círculo íntimo es abusada verbal y psicológicamente no sólo por el exmarido sino también por el padre, quien dice que ella tiene un güevonómetro, o una pésima capacidad para seleccionar. Mimí hace un trabajo basado en lo físico: si Elba canta, Mimí baila y constantemente ejercitándose en la pieza. Catorce años con la obra hace que la actriz la enriquezca con diversos giros o expresiones.

Propuestas como la de Fuentes y Montañes, toman el pulso a la dinámica social, en específico a las relaciones de pareja, brindando alternativas a la escena. Viendo que los dos montajes se complementan, también es válido preguntar qué sucede con la violencia doméstica. Es válido preguntar qué actitud asumen los doscientos maridos venezolanos que mensualmente, según Mi marido es un cornudo, contratan detectives para que sigan a las presuntas infieles.