Saturday, July 24, 2010

Entre la cama y la yola

Cama para dos, dirigida por Diana Chery. En la foto: Yanko Bakulic y
Eva Cristina Vásquez. Imagen: Johanna Ramírez

Uno de los autores que suma su voz a la dramaturgia hispana es Álex Vásquez. Originario de Ojo de Agua, pueblo de la provincia Hermanas Mirabal, República Dominicana, Álex llega a Nueva York a los ocho años. En New School University obtiene una maestría en Administración de Organizaciones sin Fines de Lucro.

El escritor dominicano ha realizado talleres en Ollantay Center for the Arts, Danisarte, IATI, Teatro Rodante Puertorriqueño, Cherry Lane Theater y ha tomado clases de dramaturgia y cine a nivel de postgrado en The New School.

Su producción dramatúrgica está conformada por La última palabra, Yoleros, Cada vagón es un mundo, de las que se han realizado lecturas dramatizadas, y Cama para dos, ganadora del concurso de dramaturgia de Teatro IATI Abdón Villamizar 2008, producida al año siguiente.

Álex Vásquez escribe teatro porque: “Me gusta crear situaciones dramáticas y ver cómo mis personajes tratan de salir de ellas. Escribir me ayuda a escapar a otro mundo donde mis personajes son libres para hacer lo que quieran”.

Cama para dos

Una pareja de recién casados enfrenta problemas en su relación. Horarios que no coinciden, las funciones que dan a la cama, las distintas maneras de expresarse forman parte de este cotidiano. La percepción del mundo y de sí mismo hace que el protagonista se sienta confuso; acude a un psicólogo poco convencional. De este modo, Vásquez plantea el conflicto de la convivencia en la sociedad contemporánea; otro tema que explora es la influencia de las imágenes preconcebidas: el doctor parece no ser bueno porque no responde a un estereotipo.

La pieza fue producida para el Performing Arts Marathon y se programaron dos funciones. Optimista, el autor afirma que: “dos veces es mejor que nada. Fue como ir a cenar y sólo pude comer el aperitivo. Me quedé con muchas ganas, hambre, deseos de hacer algo más con la obra, pero no se pudo”.

Sobre el montaje de Cama para dos, Álex comenta que: “Me gustó mucho porque vi el todo proceso desde que escribí la obra hasta ver el último espectador salir del teatro. Ver cómo la obra se desarrollaba, la visión de la directora, Diana Chery y la búsqueda de la interpretación en los ensayos por parte de los actores, conforman una experiencia en la que aprendí muchísimo”. El elenco estuvo integrado por Eva Cristina Vásquez, Yanko Bakulic y Fabián González.

Yoleros

Dos hombres y una mujer deciden atravesar el mar en yola persiguiendo la esperanza de iniciar una vida digna, negada hasta ese momento. Diversas situaciones, alguna creadas por el azar, se apoderan de esa travesía donde se juntan mitos y el instinto de supervivencia. Pocas veces, tal vez ninguna, un dramaturgo hispano ha enfrentado la temática de la migración clandestina de la República Dominicana a través del Canal de la Mona. “Yoleros ha sido la obra que he trabajado más y la que ha tenido más lecturas. El tema me llevó a escribir una obra dedicada a las personas que hacen estos viajes” afirma Álex.

“Actualmente –continúa el autor- organizo ideas para hacer algo con esta pieza. Quizás para la celebración de la independencia de la Republica Dominicana en febrero del 2011…Ya veremos”.

El riesgo en Nueva York.

Sobre la relación entre teatro y dramaturgia en Nueva York, Álex piensa que el teatro hispano procura no correr riesgos debido al factor económico; además acusa la necesidad de éste de complacer a mucha gente lo que afecta la creatividad.

“Creo que dramaturgos con más experiencia podrán manejar esta situación. Lo que pasa también, es que cuando hay teatros con presupuestos limitados, sienten que no pueden tomar el riesgo con algo que no garantiza éxito en la taquilla. Por eso es que muchas, no todas, de las obras producidas en español son conocidas y tienen buenos resultados económicos” comenta Álex.

El autor quisqueyano busca soluciones a este panorama. Por ello creó un colectivo, Teatrica, cuya misión es “coproducir obras con otros teatros para disminuir el riesgo financiero y producir obras originales. Este proyecto también busca la manera de promover el teatro, desarrollar una nueva audiencia, y llevar el teatro a lugares donde no ha llegado” finaliza Álex Vásquez.

Friday, July 16, 2010

¿Apoye nuestro teatro o mírate en este espejo?

Días atrás, no recuerdo si leyendo el periódico o un correo electrónico, encontré de nuevo la tan temida frase: “Apoye nuestro teatro”. La oración, que pensaba extraviada en el olvido, resonó como un grito: el grito de la gente que hace décadas inventa realidades en las artes escénicas en español . “Apoye nuestro teatro” resume los inconvenientes de los que hacen teatro en esta ciudad.

Desde que por vez primera leí las tres palabras me parecieron un pedido, una queja. En una de las acepciones del DRAE, “apoyar” es ayudar. En vez de convidar, se pide auxilio. En vez de invitar, se suplica asistencia. Necesitado y relegado, el teatro no se promueve por el impacto que podría causar sobre la audiencia por sus logros estéticos sino que se apela a la afiliación cultural.

Otro elemento capcioso es el tono con el que la frase se dirige al lector. Ese “apoye” respetuoso y distante da a pensar que el público y los teatreros no se conocen, que están separados, que viven en mundos apartes. Pareciera que el teatro, hecho que se origina en una comunidad, no es conocido por ésta, que se han levantado estereotipos infranqueables: a lo mejor es una actividad elitesca, tal vez pobre, pero hay que apoyarla porque es “nuestra”.

Lo de “nuestro” es más complejo. ¿Qué es lo nuestro? De tanto leer la frase grabada en notas de prensa y hojas volantes, he llegado a la conclusión que lo “nuestro” se refiere al teatro en español, realizado por actores y un equipo de producción mayoritariamente hispano.

Es limitada la asistencia del público –con sus excepciones- a las obras de teatro hispanas. Una producción teatral es una actividad que no se mantiene por los ingresos de taquilla; en el mejor de los casos llega a reponer la inversión. En esa dinámica entran los costos de las salas de ensayo, de las salas de teatro, la asignación de fondos públicos para los grupos estables, las temporadas generalmente limitadas a tres, cuatro semanas.

En ese rosario de factores está la falta de documentación lo que supone dos ausencias. La ausencia del público: propuestas cuyos méritos habrían merecido ser vistas, han pasado sin pena ni gloria. Una futura historia es la segunda ausencia; más de cien años de teatro en Nueva York son poco conocidos: “nuestro” teatro pareciera inventarse y desaparecer con cada generación. Como actos aislados están, entre otras publicaciones, la revista Ollantay; Teatro: Hispanic Theatre in New York City 1920-1976 (Museo del Barrio & Off-Off Broadway Alliance, 1977) de Pablo Figueroa; Nuestro New York: An Anthology of Puerto Rican Plays (Penguin Group, 1994) editado por John Antush; Pregones Theatre: A Theatre for Social Change in the South Bronx (Routledge, 2003) de Eva Cristina Vásquez; la antología Se vende, se alquila o se regala de Editorial Campana (2008). Un dato curioso: el Ateneo Puertorriqueño dedicó su boletín enero-julio 2006 al teatro niuyorican.

En un mundo ideal en vez de pedir ayuda para mantener vivo al teatro hispano, el asunto sería llamar a compartir, experimentar, confrontar. En el mundo real las cosas funcionan de otro modo y aunque con recelo, entiendo a los que usan “Apoye nuestro teatro”. Al fin y al cabo se intenta convertir en conjuro, de poco alcance, para llenar salas. Sin embargo, en el “nuestro” no entran los escritores hispanos, y si entran es esporádicamente, como para no quejarse.

Parte del conflicto es la relativa presencia de la dramaturgia local. Entiéndase: no es cuestionar la producción de dramaturgos latinoamericanos en la escena neoyorquina. Es revisar el por qué la ausencia de los autores del patio, que al no ser parte integral de “nuestro” teatro no tienen proyección, a pesar de iniciativas como la de la Asociación de Cronistas del Espectáculo (ACE) y la de Hispanic Organization of Latin Actors (HOLA) que en el 2006 por vez primera formalizaron sendos reconocimientos a la dramaturgia.

En entrevista realizada al autor José de la Rosa éste comenta que: “El teatro es un espejo de la sociedad y el público debería asomarse a ese espejo” (La otredad 142). De la Rosa está consciente que la dramaturgia hispana, al menos en teoría, recoge, modela y cuestiona las experiencias de la comunidad hispana.

Entonces, en vez de pedir apoyo, lo ideal sería en invitar a la gente en mirarse en su espejo. Y para que ese espejo refleje con intensidad, es necesario que en parte de su superficie estén las imágenes de los dramaturgos locales. Ahí será verdaderamente nuestro teatro, sin comillas.

García Gámez, Pablo. La Otredad: Dramaturgos hispanos del teatro hispanohablante de Nueva York. Diss. York College CUNY, 2008. Print.

Foto: Diana Chery y Carlos Alberto Valencia en Aviones de papel, de Diana Chery (2006).