La familia del Valle está más allá del aislamiento: vive en una casa sin relación con el exterior, ubicada en una isla. Remigia, la madre de Martí, recuerda los esfuerzos para que el hijo honrara su nombre y no se inclinara hacia la derecha reaccionaria.
Martí perdió el habla. La posible razón: el padre abandonó el núcleo familiar. Sólo se comunica con la palabra escrita. A diferencia del Martí histórico, los escritos del personaje son nada más que minutas hechas sobre papeles engomados que invaden la casa al punto de ser parte integral de las paredes. Las notas son parte del componente decorativo, además de transmitir ideas y opiniones respecto a la cotidianidad.
Aparte de escribir para relacionarse con la inmediatez, el personaje pasa la mayor parte del tiempo leyendo textos clásicos. En el transcurso de la pieza los libros pierden su función original y son lanzados contra el piso o sirven de asiento. En esas lecturas está La Orestiada, texto que en la representación gana fuerza y se integra en la vida de familiar.
El mundo de los clásicos se mezcla con un chiste de Pepito. Mientras se acciona el hecho trágico, Shamira cuenta lo que debería ser un chiste, una secuencia de castigos a Pepito por algo que él desconoce. La narradora además de relatar, comenta y critica las incoherencias del chiste; lo gracioso debe reinventarlo el oyente porque el diablo quemó el texto. Encima, el espectador debe escoger si seguir la acción de la tragedia o descubrir qué es lo chistoso.
Martí decide liberarse y para ello se vale de una forma trágica. Al seguir las apariencias, logra la liberación anhelada. Su acción tiene un aspecto terrible. Sólo el aspecto. Al sólo representar, su liberación es ridícula.
Carle Anne, hija de Remigia, tiene un novio. El novio se parece al padre y al amigo inventado por Martí. Tal es el parecido que a veces la madre se refiere a él como el patriarca prófugo que vuelve a la familia con intenciones de destruirla. En ese entramado, el autor hace que el espectador asuma las diversas perspectivas de los personajes sobre el novio: la de la madre que en ocasiones lo percibe como un monstruo, la de la hija que ve al enamorado como un comerciante de piedras preciosas o la del hombre solitario que lo ve como un amigo parlanchín.
La propuesta de Javierantonio González exige un trabajo actoral complejo. Las diversas referencias para llevar el texto a escena han de ser analizadas por los intérpretes. En este nivel de complejidad hay personajes que se definen a sí mismos exactamente contrarios a lo que son como en el caso de Remigia; también está el aspecto dual de Marcelo-Horacio, la pasividad de Martí que lo lleva a su liberación, el carácter beligerante y a la vez necesitado de Carla Anne, y Shamira como contrapunto a lo que sucede en la historia.
Tania Molina, Laura Butler, Marcos Toledo, Yaremis Félix y Modesto Lacén conforman un equipo actoral que presenta maneras alternas de representar. Tal alteridad viene de la incorporación de diversas referencias que incorporan en la representación. Representación en la que constantemente hay riesgo. Representación que apela al espectador como sujeto activo para resolver diversos aspectos de la historia.
Las minutas de Martí se puede resumir en la reflexión que hace uno de los personajes sobre el incendio intencional que en el 2006 sufrió la casa-museo del artista plástico Antonio Martorell: el incendio es un símbolo, no sabe de qué, pero es símbolo.
El fuego que acabó con piezas representa más de un aspecto. Tal vez sea un intento de ruptura, ruptura indolente con la identidad a partir de la desaparición de imágenes de la cultura plástica. Tal vez sea el renacimiento de esa identidad: Martorell creó una obra basada está en los fragmentos rescatados de las llamas. Fragmentos como los que componen Las minutas de Martí.
Las minutas de Martí. Repertorio Español. 138 Este de la Calle 27, Manhattan. Funciones: viernes 1ro. de octubre, 8:00pm; domingo 3 de octubre, 6:30 pm.
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