A través de su dramaturgia Tere Martínez ha realizado aportes relevantes
a la comunidad y al teatro hispano de Nueva York. En sus textos, entre otros temas, se expone
parte de la historia de la migración puertorriqueña y su complejidad en los que
el espectador, aunque no sea boricua, encuentra elementos comunes con su
migración de origen para convivir en el panhispanismo neoyorquino. Es historia a la que no tenía acceso la
población hispanohablante que debía aceptar -por no tener alternativas- historias
dictadas desde la hegemonía. Con la
iniciativa de esta dramaturga, y de otros autores que traen el pasado, se devela
la historia del margen que termina siendo heredada y que da nuevas lecturas identitarias
a la comunidad.
Recurrente también en la obra de Martínez es el tema de la educación, bien sea de fondo o en primer plano. El hecho no es casual: desde hace décadas la autora es instructora y facilitadora en talleres de dramaturgia para adolescentes y escuelas secundarias, primero en Nueva York y actualmente en Puerto Rico uniendo las dos orillas; en esos talleres los participantes exploran su propia voz como herramienta para el cambio social.
La educación es abordada desde diferentes perspectivas: como elemento del poder, como herramienta transformadora, con tensiones de clase y etnia con la lengua como centro de lucha. En Borinquen vive en el Barrio, Maite, una joven de familia clase media puertorriqueña llega a la ciudad para estudiar actuación en la Universidad de Nueva York -NYU- y queda impactada al principio por tener que vivir en el Barrio, espacio venido a menos mientras Carlos es un buen maestro agobiado por el fracaso en su vida personal. En Mi última noche con Rubén Blades, la madre de Yanira es llamada a la escuela por la maestra quien le advierte que Yanira tal vez no pase el curso porque no habla inglés; la maestra especula que la estudiante se la pasa viendo telenovelas en español. En For My Chichí, Dilcia desesperadamente busca vivir; para mantenerse ella y su familia debe estudiar ESL -Inglés como Segunda Lengua- lo que representa un esfuerzo físico y emocional.
Chain Reaction presenta estos temas. En la trama figura Antonia Pantoja (1922-2002) educadora, trabajadora social, feminista, líder de los derechos civiles y fundadora en 1962 de ASPIRA, organización cuya misión es promover el avance de la comunidad hispana a través del empoderamiento de jóvenes puertorriqueños e hispanos. Pantoja, mujer de múltiples márgenes, en su deseo por un mundo mejor, llega a trascender por su infatigable lucha para dar calidad de vida a su comunidad.
Para esta producción de Chain Reaction la autora revisó la pieza e hizo ajustes a la versión original de 2011. Coralys llega a Nueva York desde Puerto Rico a instancias de su madre para escapar de la crisis económica y social que desató el huracán María. El cambio afecta negativamente: de ayudar en la isla a su comunidad, la joven en Estados Unidos se siente inútil, de poca valía. A raíz de ello tiene encontronazos con su madre quien orgánicamente grita otro de los temas de la pieza: “lo difícil de ser mujer”, en este caso, guía del núcleo familiar. Otro personaje, contraste y complemento de Coralys, es River, gender fluid, con metas específicas, aceptade tal como es por su familia. La única manera en que Coralys se encauce de nuevo es redescubriéndose y dé prioridades a sus metas lo que alcanza por compartir ideas con Héctor quien décadas antes fue ayudado por ASPIRA.
La dirección de Ángel Morales hace uso de pocos elementos para explorar la plasticidad del espacio escénico creando diversos valores cromáticos. Bajo su dirección está un heterogéneo elenco de quince actores encabezado por Suni Reyes, AJ Lilly, Camelia Elías Sierra, Zahydé Pietri y José Joaquín García. Desde su experiencia, cada uno de los quince intérpretes brinda lo mejor de sí para dar vida a Chain Reaction y al diálogo que propone.
En tiempos de noticias distorsionadas, de gritos y mentiras de políticos; tiempos en que se plantea una real amenaza en contra de las minorías, la pieza de Tere Martínez es un gesto revolucionario. Es un llamado a la defensa, a través de la educación, de los derechos adquiridos por los que nos abrieron el camino.
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