Pablo García Gámez
Las mujeres lo hacemos mejor que los hombres es un taller dictado por la psicóloga Teresa. Lo particular de este taller es que la
facilitadora utiliza experiencias de su vida personal y profesional a la vez que
incorpora datos estadísticos reales, hace pruebas para comprobar si los participantes
van entendiendo sus premisas e incluso, los mismos participantes, en colectivo,
la ayudan a responder una pregunta que le hacen por teléfono. En su primer experimento en el taller, Teresa
sorprende diciendo a la audiencia que es hombre: lo dice porque a un hombre se
percibe con credibilidad.
La pieza, de Roberto Ramos Perea, reconocido
autor puertorriqueño, explora las relaciones de pareja a partir de los roles
tradicionales de género impuestos por la sociedad patriarcal. Por el taller desfilan el marido que asume
que el matrimonio es una relación que solo él dirige y en la que la mujer se
transforma en objeto al que puede agredir; la esposa que ha sido educada para
salvar su matrimonio a costa de su integridad física y mental y que cree que lo
mejor es que los hijos vivan en un campo de batalla antes que en un divorcio
sanador. Teresa hace alusión al formato
de la telenovela y con razón porque la televisión modela actitudes, discursos, valores
yformas de humillarse; también aparece la imagen de la otra, la que se roba al
marido, eufemismo para seguir creyendo en el infiel. El autor sugiere que estos desencuentros
afectivos y sociales son producto de la visión de mundo marcada por el género:
sexo para uno, romance para la otra; azul y rosado.
Y mientras Teresa cuenta su historia en el taller, resuenan
las palabras de Luisa Capetillo sobre el matrimonio como contrato y las de
Gloria Anzaldúa afirmando que el machismo se transmite a través de la madre. Mientras tanto, el personaje de Ramos Perea va
más allá al decir que los hombres tienen una parte femenina lo que el autor demuestra
al crear a este personaje femenino de impactante verosimilitud. La pieza hilarante, en la superficie, muestra
un drama que en ocasiones ha sido tildado de epidemia por lo que esta pieza es
de esas obras necesarias: necesaria para entretenerse y para ser vista y
discutida. Tal vez cuando la hija de
Teresa alcance la adultez haya más conciencia al respecto.
En el escenario están solo los elementos esenciales:
una cama, una mesa, un archivo y un atril lo que posibilita la óptima utilización
y da posibilidades expresivas al espacio diseñado por Ángel Gil Orrios quien
además dirige la producción. La imaginación
del espectador es estimulada con las diversas proyecciones de Fabricio
Saquicela: el afiche de los Beatles, las preguntas de las pruebas, la
escena alucinógena y otras imágenes ayudan a dar un marco estético a la
historia.
Soledad López desarrolla un trabajo intenso. Durante una hora y veinte minutos proyecta energía
hacia la audiencia que, pendiente de lo que ocurre en escena, a su vez genera
respuestas. La experimentada actriz crea
una galería de personajes diferenciados entre sí. Teresa, el personaje conductor se muestra con
diversos rasgos producto de sus vivencias, la profesional que decide estudiar psicología
para entenderse a sí misma, cansada de experiencias adversas en busca de la definición
de su identidad y en procura del respeto a su género. Además, se ven a la sacrificada madre, a la
otra, al marido y otros. Cada personaje tiene su postura y ritmo propio.
El performance de Soledad es complejo y versátil. Pasa
con naturalidad y sin esfuerzo del parlamento cómico al dramático, del monólogo
íntimo a la conversación con el público por lo que Las mujeres lo hacemos
mejor que los hombres de logros y aciertos.
Las mujeres lo hacemos mejor que los hombres. Teatro Thalia, 41-17 Greenpoint Avenue de Queens
hasta el 6 de octubre, 2024. www.thaliatheatre.org