Las ciudades
cambian. El paisaje urbano puede modificarse
por su fisonomía, por las alteraciones del componente humano que acoge o por
las transformaciones sociales que se dan en sus espacios. Luego de más de dos décadas de ausencia,
encontré Caracas con edificios que no conocía, con construcciones remodeladas como
la esquina de San Jacinto o los teatros Principal y Bolívar. En el casco central, donde se ubica la
mayoría de las dependencias oficiales, es ahora común observar diversos grupos,
tradicionalmente invisibilizados, interactuando en lugares abiertos.
Caminar por
las calles del centro de Caracas en julio 2018, significa ser receptor de un
abarrotamiento de imágenes performativas de diversa naturaleza, cada una en un
espacio definido con sus respectivos actores y públicos. La Feria del Libro en el Parque Los Caobos con
sus stands, conferencias, recitales poéticos y obras de teatro de calle es la principal
atracción cultural por esos días. Al salir
de allí, por la avenida México, un mercado exhibe productos artesanales hechos
con cuero, tejidos, cobre, semillas y alguna piedra semipreciosa; vendedores de
libros, películas y discos usados aprovechan para rebuscarse. Más adelante está un grupo, probablemente integrantes
de un centro comunitario, ensayando danzas folklóricas. Para cerrar el recorrido de unas tres
cuadras, en la salida sur de la estación Bellas Artes del metro, los miembros
de una congregación cristiana presentan una obra de teatro. La obra busca enlazar al espectador con lo
divino: ante Jesús se presenta una serie de pecadores que, si se arrepienten,
serán aceptados en el reino de los cielos.
Los transgresores son un alcohólico, un drogadicto, una prostituta y un
homosexual. El público, la mayoría
miembros del culto, ovaciona cada vez que alguno de los personajes abandona el
camino de la culpa. Dos mujeres trans pasan
por la calle y miran indiferentes la escena de los arrepentidos.
En el momento
que se encuentran la obra cristiana y las transeúntes trans se sobreponen dos
temporalidades. El discurso de la
representación se centra en el vicio, la prostitución y la homosexualidad como aspectos
que socavan la doctrina religiosa, uno de los pilares de la sociedad: es el
mismo discurso que a finales de ochenta y comienzos de los noventa Yiye Ávila
predicaba a todo pulmón en la arena del Nuevo Circo. La presencia de mujeres trans en la vía pública
marcan una seña del cambio urbano. Travestis
y trans se desplazan por el centro de Caracas; dos décadas atrás si ello pasaba,
la travesti era motivo de burlas e incluso se exponía a la agresión física. Aún la avenida Libertador, vía cercana al
centro y donde de noche se reúnen travestis y trans para ejercer el trabajo
sexual, es un lugar proclive a la violencia y agresión contra esta
población.
En otra caminata
por el centro, una tarde paso frente al antiguo cine Ávila, a media cuadra de
la estación Capitolio del metro. El antiguo
cine ahora es un espacio en cuya fachada, y a lo largo de la cuadra, se agrupan
vendedores informales. Al pasar, en la calle están los buhoneros ofreciendo sus
productos mientras un grupo de travestis conversan con ellos. Un colectivo tradicionalmente rechazado e
invisibilizado comparte de modo informal con los vendedores; buhoneros y trans
intercambian saberes a través de experiencias y visiones de mundo. Conté a un amigo la experiencia y me explicó
que en lo que fue el cine Ávila funciona un bar frecuentado por trans y que la
escena es cotidiana.
La imagen
articula un grupo trans con hombres y mujeres cisgénero. Están allí, en la intrascendencia de la
conversación informal, sin las tensiones del trabajo sexual o del show drag queen
del bar. En la calle, los cuerpos desafían
la heteronormativa mostrando la definición que cada una da a su identidad de género. La conversación callejera por una parte se
convierte en acto de aceptación; por la otra, es desafío y subversión. La charla se transforma en acto de rebeldía: como
afirman Martínez-San Miguel y Tobias “…la visión de cambio se aplica no solo a
las comunidades trans sino a todas las comunidades e implica un proceso de
trabajo en alianza con otros grupos oprimidos para luchar en contra del racismo
estructural así como en contra del capitalismo y el colonialismo”* (12). Miembros del grupo trans, a diferencia de
prácticas pasadas, abandona los espacios cerrados, se sublevan a la
invisibilización para salir y actuar en la esfera pública.
Para que en
un par de décadas en la esfera pública se incorpore la cotidianidad de sujetos
travestis y trans, ha debido emerger el activismo, la participación de base, la
organización comunitaria. Una búsqueda por
internet permite encontrar diversas agrupaciones como la Asociación Civil
Divas de Venezuela, que en su página electrónica señala que su misión es:
“Reintegración social, cultural, educativa, deportiva, política y laboral de
las personas transgénero, transexuales, intersexuales, lesbianas, homosexuales,
‘intergéneros’, bisexuales, asexuales, etc., en igualdad de condiciones y
ejercicio de derechos”. En la página se
mencionan otros grupos venezolanos que también hacen activismo trans y
feminista.
No todos los habitantes de la ciudad identificados como
heterosexuales reaccionan de la misma manera que los buhoneros frente al cine Ávila. Las travestis y mujeres trans viven la tensión
constante de ser empujadas más allá del borde.
La identidad trans ha sido identificada con “indigenismo, negritud, precariedad
material, trabajo sexual y el estatus VIH”* (Guimaraes García citado por Rizki,
149). También entre la población gay y lesbiana
hay quienes rechazan la presencia trans; en las redes sociales se ocasionalmente
se manifiestan actitudes transfóbicas de algunos homosexuales como la renuencia
a desfilar junto a grupos trans en la Marcha del Orgullo Gay celebrada el 30 de
junio 2019. Celebración que en Nueva
York fue en homenaje a dos figuras que desafiaron la normativa de género y que
fueron determinantes en la lucha por los derechos civiles de la población LGTBQ:
Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera.
En todo caso, la comunidad trans sigue dando pasos para alcanzar
espacios de igualdad social. Y aunque hay
trabajo por delante, Caracas se ha vuelto poco más inclusiva.
*Mi traducción.
Obras
citadas.
Asociación
Civil Divas de Venezuela. “Misión.”
Retrieved: 15 de agosto, 2019.
Martínez-San Miguel, Yolanda,
Sarah Tobias. “Introduction”. Trans Studies, edited by
Yolanda Martínez-San Miguel et. al, Rutgers
UP, 2016.
Rizki,
Cole. “Latin/x American Trans Studies”. Transgender Studies Quaterly. Vol. 6, No. 2,
Mayo 2019.
Pablo García Gámez