El 20 de junio de 2025 se realizó la segunda entrega de Cimientos, programa de Teatro IATI dedicado a promover dramaturgos emergentes y consagrados que proponen visiones alternas. Dos piezas formaron parte de esa sesión: A valley of poppies, del dramaturgo griego Dimitris Alexiou, dirigida por Claudia Wiest, y Así hablan los huesos, del chileno Raúl Riquelme Hernández y dirigida por Gerardo Gudiño. Los hilos conectores entre las obras son dos dramas sociales: las persecuciones y los desaparecidos.
Persecuciones.
A
valley of poppies, leída en inglés, se desarrolla en Ucrania Occidental
en 1953. Malousa, quien vive en el campo,
mantiene oculto en el sótano de su casa, desde los tiempos de la guerra, al
judío Danil. Durante ese tiempo la mujer
le da información no necesariamente verdadera a Danil para que no la abandone y
así no vivir en soledad. El día del
cumpleaños de Danil, el comisario Samuel -y su antagonista ideológico- va a la
casa de Malousa para investigar si un extraño al régimen vive allí.
Rasgo relevante
del texto de Alexiou es la descripción de las estrategias persecutorias, común
en diversos estados. No es extraño que los
grupos hegemónicos totalitarios busquen anular a los más débiles sean gitanos, judíos
o gays entre muchos perseguidos durante la
Segunda Guerra Mundial. En 2025 son
conocidas las historias de países que quieren apoderarse de otros territorios y
para lograrlo llegan al genocidio. Parece
que en tiempos neoliberales la tendencia sigue con la misma fuerza que en los
años cincuenta del siglo pasado.
El tiempo de la
pieza es 1953. Los personajes tienden a
evocar hechos y experiencias por lo que el pretérito es constante y crea un
elemento narrativo denso, de ritmo lento.
Otro aspecto para revisar es el momento en que se descubre el primer secreto. No hay señas previas para que el espectador
acepte su verosimilitud.
Los trabajos
actorales de Alex Correira (Danil), Nadia Sepsenwol (Malousa) y Jack
Innerst (Samuel), así como las acotaciones en la voz de Luisa Galati,
brindan matices de veracidad a sus roles.
Así hablan los huesos |
Así
hablan los huesos es un texto lúdico, poroso, performático, sin
linealidad temporal. La pieza se concibe
en fragmentos por lo que sucede en el presente escénico. Un detective investiga el destino de las
osamentas de los desaparecidos durante la dictadura de Augusto Pinochet en
Chile (1973-1990), mencionando en especial la de Vicente Rojo. El detective habla con un militar retirado y
con la hermana de Rojo para lograr su objetivo. Por otro lado, hay un cráneo
partido en tres partes que habla con el público par dar a conocer a los vivos
sus reflexiones y “vivencias” como muerto sepultado primero en la tierra, luego
en el mar y actualmente fragmentado.
El tema, uno de los más brutales y dolorosos ocurrido en distintos lugares de América Latina es tratado en tonos de humor y absurdo por Riquelme Hernández: humor como bálsamo a tanta barbarie y absurdo por la solución de destruir al adversario. El texto tiene un enfoque más orgánico que testimonial o informativo: muestra retazos de la historia que van más allá de la reclusión y de los desaparecidos para incorporar familiares, amigos y torturadores de las víctimas, así como las consecuencias del vacío que dejaron.
Una lectura dramática
puede llegar a ser una actividad altamente compleja. Es el caso de Así hablan los huesos por
el carácter poroso y lúdico señalado anteriormente. La propuesta dirigida por Gerardo
Gudiño complementa el discurso: propone una organización espacial simétrica,
con sillas blancas, vestuario blanco, negro y gris.
Orgánico también es el trabajo actoral; el elenco sale con energía para llevar a los espectadores a la realidad de los huesos extraviados décadas atrás y cuya ausencia sigue doliendo. Sandor Juan, como el detective, entra con la premura y fuerza en la búsqueda de los huesos; Braulio Basilio interpreta el ente que representa a los condenados y describe la vida de las osamentas; Adriana Sananes, como La mujer que riega, es veladora de difuntos, la que conoce los hechos y que no los revela como tampoco revela el chiste malo en la entrevista; Caridad del Valle realiza varios personajes como el de la productora que quiere una entrevista visualmente impecable y cuya frustración la transmite a través de gestos; Mario Mattei crea un militar partícipe en las desapariciones con su prepotencia, pero también con señas de culpa, y al entrevistador que desconoce las diversas respuestas que un ser humano puede dar ante lo absurdo.
Por estos
rasgos, Así hablan los huesos es un trabajo ambicioso como texto y como
propuesta de lectura dramatizada.
Teatro
IATI: 64 Este de la Calle 4, Nueva York.