Monday, August 12, 2024

Venezuela: Teatro y crítica, público y contrapúblico, Caracas y el interior.

Ensayo en la calle, A. T. Coordinación, San Felipe  

 

Claroscuro,Isidro Morillo. Teatro Esencial, Maracaibo



Publicación del 1er. Encuentro de Critven
 

En las últimas décadas los avances tecnológicos han operado profundos cambios en la sociedad haciendo del mundo una gran aldea.  Con la globalización los medios impresos que, según Benedict Anderson fueron decisivos en el desarrollo de la comunidad imaginada (la nación), a finales del siglo pasado comienzan a ceder espacios a lo espectacular-mundial: conciertos de famosos, filmes taquilleros, musicales con mega-estrellas en sus elencos, empiezan a aparecer en impresos y posteriormente en publicaciones digitales bajo el rótulo de “arte y espectáculos”.  Los escritos sobre la escena local comienzan a mermar en los medios, entre ellos la crítica de teatro; la expresión para un público limitado a un contexto específico sale de las publicaciones mientras que las reseñas intentan sobrevivir en las redes sociales.


La ausencia de información en los medios sobre el teatro local tiene profundas repercusiones.  Para Patrice Pavis: “Desde principios de siglo, el espacio de la sección teatral ha disminuido considerablemente, lo cual complica el análisis y la evaluación” (103).  Por un lado, los medios impresos y los electrónicos renuncian al rol de archivo de la memoria teatral local lo que incide en que en el futuro se desconozcan la mayoría de los trabajos escénicos de estos años; por supuesto que en revistas especializadas de teatro y en el ámbito académico se publican críticas y ensayos sobre la actividad escénica, pero estos no pueden absorber ni difundir toda la programación de un determinado contexto.  Por otra parte, no hay comunicación abierta entre la escena y el colectivo, diálogo en el que tradicionalmente la crítica era intermediaria. 

La crítica: presencia y ausencia.

En contraste a la situación descrita anteriormente, en 1986 cuando la mayoría de los medios tienen en sus plantas a colaboradores de artes escénicas, se realiza Primer Encuentro Nacional de Críticos de Teatro, organizado por la Sociedad Dramática de Maracaibo y Critven (Círculo de Críticos de Teatro de Venezuela), muestra de la cohesión posible entre teatro y crítica.  En la publicación realizada sobre el evento, Leonardo Azparren Giménez señala que: “…las prioridades de la crítica teatral pasan por la necesidad de hacer inteligible la pasión y hacer apasionante la razón” (6).  Tal es la entrega a la reflexión crítica que no pocas veces artículos con las firmas de Azparren Giménez o de Rubén Monasterios, por citar a dos reconocidas autoridades, crean polémica en los círculos teatrales e incluso son motivo de discusión en el medio teatral.  Cuatro décadas después, la dificultad de encontrar crítica en los medios trae como resultado la invisibilidad de un gran número de producciones.

Como respuesta al vacío mediático se han planteado diversas alternativas.  Es conocido el proyecto de la Escuela de Espectadores desarrollado por el teatrista argentino Jorge Dubatti; según su creador, la escuela: “…brinda herramientas para empoderar al espectador” (Rigaborda); entre los varios resultados emerge la figura del espectador con conocimientos que lo convierten en sujeto que se identifica con la expresión escénica y en potencial difusor de ésta.  En el contexto local, una estrategia explorada por la Agrupación Teatral Coordinación de San Felipe, Yaracuy, consiste en realizar algunos ensayos durante el proceso de montaje en espacios urbanos como la calle, el parque, el centro comercial; se improvisa en diversos sitios, complejo ejercicio para las actrices por la exploración del texto, el movimiento y la energía en espacios públicos; la práctica causa curiosidad en los transeúntes que la descubren en su cotidianidad y a los que se les informa que la totalidad del ritual puede ser vista en la sala de teatro. 

La situación de la crítica tiene un matiz adicional en Venezuela.  En Caracas hay murallas invisibles que limitan la presencia de cronistas en determinados espacios o producciones.  Tales murallas ocultan a los teatros percibidos como “periféricos” situados mayormente en el centro y oeste de la ciudad.  Muy fuertes son los muros a pesar de su invisibilidad: en una reseña de 2018 un crítico escribe sobre lo que se hace “del otro lado”: más que señalar un espacio geográfico, el autor se refiere a un espacio ideológico distinto al suyo, incapaz de dialogar con él y que invisibiliza o descalifica en el mejor de los casos. 

La presencia del contrapúblico.

Con ausencias, murallas e información a medias se dispersa el potencial público.  Algún que otro miembro de las artes escénicas señala motivos que justifican la ausencia de espectadores en las salas teatrales; argumentos como la ubicación del país en la zona tropical, la preferencia de la población por el baile o la falta de cultura están entre los más mencionados del repertorio de excusas.  Así se elude el problema de fondo: el irregular nexo entre los colectivos teatrales y el público potencial.

Hay otro público que deja de ser tal al no recibir información, pero que asiste a las salas pasando a ser, en palabras de Michael Warner contrapúblico -counterpublic- que: “…mantiene en determinado nivel, consciente o no, conciencia de su estatus subordinado […] Un contrapúblico, contra el fondo de la esfera pública, posibilita un horizonte de opinión e intercambio” (Warner 56).  En Caracas son visibles las señales del contrapúblico: la fiel presencia de espectadores en el Teatro Principal frente a la Plaza Bolívar o en el Teatro Alameda, en San Agustín; como ejemplo, una espectadora el 30 de marzo 2024, en la representación de Entre el cielo y la tierra, de Carmen Ortiz, comentaba buscar obras con boletos a bajo costo y, si le encontraba méritos, la recomendaba a sus amigos por las redes sociales; dicho mientras subía imágenes del performance recién visto a su cuenta de Instagram.

La provincia: un misterio.

Fuera de Caracas, en el llamado interior venezolano hay numerosos grupos que hacen diversas propuestas que desarrollan en su contexto.  Vale la pena acá citar el concepto de territorialidad de Jorge Dubatti:

Territorialidad es espacio subjetivado, geografía en la que se configura una determinada subjetivación, espacio construido a partir de procesos de territorialización, es decir, procesos de subjetivación, y que reconoce complejidades intraterritoriales de un mismo territorio (nunca monolítico u homogéneo).  Geografía subjetivada, siempre en transformación, que incluye las tensiones de la desterritorialización y de reterritorialización (Dubatti 117). 

 Las intraterritorialidades han de reconocerse en sus diferencias para articular un sentido más complejo y profundo sobre las múltiples perspectivas de nuestro teatro.  En la geografía venezolana hay individualidades y colectivos que constantemente aportan a las artes escénicas.  El fenómeno lo ha notado la Compañía Nacional de Teatro que realiza intercambios con diferentes agrupaciones en todo el país. 

Extraordinarios trabajos como Claroscuro, de Isidro Morillo de Teatro Esencial, Maracaibo; La mujer esqueleto, de Nebai Zavala, Maracay; Juana la Avanzadora, de Yrali López Guevara, Puerto Ordaz; A petición del público, de Orlando Ascanio, Teatro Estable de Villa de Cura; Reverón: El grito de la luz, de Germán Ramos, Yaritagua; Olalúnea de la mencionada Asociación Teatral Coordinación (las dos últimas vistas en Caracas en la programación del Festival Internacional de Teatro Progresista), entre muchos otros montajes no solo son parte del teatro venezolano sino que lo renuevan con subjetividades alternas.  Se asume que en esos espacios hay una crítica activa; en todo caso Bartolomé Cavallo publica en Facebook notas críticas sobre actividades escénicas en el estado Aragua; Freddy Antonio Torres González también publica en Facebook material académico y actividades teatrales de la ciudad de Mérida; en Maracaibo, el periodista y crítico Alexis Blanco constantemente revisa en sus escritos el quehacer escénico y sus manifestaciones. 

Esta reflexión revisa a grandes rasgos la triada escena-crítica-espectador y propone la discusión de estrategias para incentivar la presencia de los espectadores que merece nuestro teatro.  Va más allá de la escena caraqueña debido a la premisa de que es necesario buscar las maneras para que las representaciones que se realizan en el país lleguen tanto al espectador como al archivo.  El diálogo entre hacedores de teatro, críticos y espectadores es esencial para intercambiar saberes y fortalecer nuestra escena. 

Obras citadas

-Azparren Giménez, Leonardo.  “Las prioridades de la crítica teatral” (pp. 6-7).  Primer encuentro nacional de críticos de teatro.  Secretaría del Estado Zulia, La Universidad del Zulia, Sociedad Dramática de Maracaibo, 1986.

-Dubatti, Jorge.  Teatro y territorialidad.  Gedisa Editorial, 2020.

-Pavis, Patrice.  Diccionario del teatro.  Paidós, 2016.

-Rigaborda, Miguel.  “La escuela de espectadores”.  Artezblai, 19-10-2022.  Obtenido el 10-08-2024.

-Warner, Michael.  Counterpublics.  Zoom Books, 2005.

            



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