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Ensayo en la calle, A. T. Coordinación, San Felipe |
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Claroscuro,Isidro Morillo. Teatro Esencial, Maracaibo |
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Publicación del 1er. Encuentro de Critven |
En las últimas
décadas los avances tecnológicos han operado profundos cambios en la sociedad haciendo
del mundo una gran aldea. Con la
globalización los medios impresos que, según Benedict Anderson fueron decisivos
en el desarrollo de la comunidad imaginada (la nación), a finales del siglo
pasado comienzan a ceder espacios a lo espectacular-mundial: conciertos de famosos,
filmes taquilleros, musicales con mega-estrellas en sus elencos, empiezan a aparecer
en impresos y posteriormente en publicaciones digitales bajo el rótulo de “arte
y espectáculos”. Los escritos sobre la
escena local comienzan a mermar en los medios, entre ellos la crítica de teatro;
la expresión para un público limitado a un contexto específico sale de las
publicaciones mientras que las reseñas intentan sobrevivir en las redes
sociales.
La ausencia de información en los
medios sobre el teatro local tiene profundas repercusiones. Para Patrice Pavis: “Desde principios de
siglo, el espacio de la sección teatral ha disminuido considerablemente, lo
cual complica el análisis y la evaluación” (103). Por un lado, los medios impresos y los
electrónicos renuncian al rol de archivo de la memoria teatral local lo que
incide en que en el futuro se desconozcan la mayoría de los trabajos escénicos
de estos años; por supuesto que en revistas especializadas de teatro y en el
ámbito académico se publican críticas y ensayos sobre la actividad escénica,
pero estos no pueden absorber ni difundir toda la programación de un
determinado contexto. Por otra parte, no
hay comunicación abierta entre la escena y el colectivo, diálogo en el que
tradicionalmente la crítica era intermediaria.
La
crítica: presencia y ausencia.
En
contraste a la situación descrita anteriormente, en 1986 cuando la mayoría de
los medios tienen en sus plantas a colaboradores de artes escénicas, se realiza
Primer Encuentro Nacional de Críticos de Teatro, organizado por la Sociedad
Dramática de Maracaibo y Critven (Círculo de Críticos de Teatro de Venezuela), muestra
de la cohesión posible entre teatro y crítica.
En la publicación realizada sobre el evento, Leonardo Azparren Giménez
señala que: “…las prioridades de la crítica teatral pasan por la necesidad de
hacer inteligible la pasión y hacer apasionante la razón” (6). Tal es la entrega a la reflexión crítica que no
pocas veces artículos con las firmas de Azparren Giménez o de Rubén Monasterios,
por citar a dos reconocidas autoridades, crean polémica en los círculos teatrales
e incluso son motivo de discusión en el medio teatral. Cuatro décadas después, la dificultad de
encontrar crítica en los medios trae como resultado la invisibilidad de un gran
número de producciones.
Como respuesta al vacío mediático se
han planteado diversas alternativas. Es conocido
el proyecto de la Escuela de Espectadores desarrollado por el teatrista
argentino Jorge Dubatti; según su creador, la escuela: “…brinda herramientas
para empoderar al espectador” (Rigaborda); entre los varios resultados emerge
la figura del espectador con conocimientos que lo convierten en sujeto que se
identifica con la expresión escénica y en potencial difusor de ésta. En el contexto local, una estrategia
explorada por la Agrupación Teatral Coordinación de San Felipe, Yaracuy,
consiste en realizar algunos ensayos durante el proceso de montaje en espacios
urbanos como la calle, el parque, el centro comercial; se improvisa en diversos
sitios, complejo ejercicio para las actrices por la exploración del texto, el
movimiento y la energía en espacios públicos; la práctica causa curiosidad en
los transeúntes que la descubren en su cotidianidad y a los que se les informa
que la totalidad del ritual puede ser vista en la sala de teatro.
La situación de la crítica tiene un
matiz adicional en Venezuela. En Caracas
hay murallas invisibles que limitan la presencia de cronistas en determinados
espacios o producciones. Tales murallas ocultan
a los teatros percibidos como “periféricos” situados mayormente en el centro y
oeste de la ciudad. Muy fuertes son los muros
a pesar de su invisibilidad: en una reseña de 2018 un crítico escribe sobre lo
que se hace “del otro lado”: más que señalar un espacio geográfico, el autor se
refiere a un espacio ideológico distinto al suyo, incapaz de dialogar con él y que
invisibiliza o descalifica en el mejor de los casos.
La
presencia del contrapúblico.
Con
ausencias, murallas e información a medias se dispersa el potencial público. Algún que otro miembro de las artes escénicas
señala motivos que justifican la ausencia de espectadores en las salas
teatrales; argumentos como la ubicación del país en la zona tropical, la
preferencia de la población por el baile o la falta de cultura están entre los
más mencionados del repertorio de excusas.
Así se elude el problema de fondo: el irregular nexo entre los
colectivos teatrales y el público potencial.
Hay otro
público que deja de ser tal al no recibir información, pero que asiste a las
salas pasando a ser, en palabras de Michael Warner contrapúblico
-counterpublic- que: “…mantiene en determinado nivel, consciente o no,
conciencia de su estatus subordinado […] Un contrapúblico, contra el
fondo de la esfera pública, posibilita un horizonte de opinión e intercambio”
(Warner 56). En Caracas son visibles las
señales del contrapúblico: la fiel presencia de espectadores en el
Teatro Principal frente a la Plaza Bolívar o en el Teatro Alameda, en San
Agustín; como ejemplo, una espectadora el 30 de marzo 2024, en la representación
de Entre el cielo y la tierra, de Carmen Ortiz, comentaba buscar obras con
boletos a bajo costo y, si le encontraba méritos, la recomendaba a sus amigos por
las redes sociales; dicho mientras subía imágenes del performance recién visto a
su cuenta de Instagram.
La
provincia: un misterio.
Fuera de Caracas, en el llamado
interior venezolano hay numerosos grupos que hacen diversas propuestas que desarrollan
en su contexto. Vale la pena acá citar el
concepto de territorialidad de Jorge Dubatti:
Territorialidad es espacio subjetivado,
geografía en la que se configura una determinada subjetivación, espacio
construido a partir de procesos de territorialización, es decir, procesos de
subjetivación, y que reconoce complejidades intraterritoriales de un mismo
territorio (nunca monolítico u homogéneo).
Geografía subjetivada, siempre en transformación, que incluye las
tensiones de la desterritorialización y de reterritorialización (Dubatti 117).
Las
intraterritorialidades han de reconocerse en sus diferencias para articular un
sentido más complejo y profundo sobre las múltiples perspectivas de nuestro teatro. En la geografía venezolana hay
individualidades y colectivos que constantemente aportan a las artes escénicas. El fenómeno lo ha notado la Compañía Nacional
de Teatro que realiza intercambios con diferentes agrupaciones en todo el
país.
Extraordinarios trabajos como Claroscuro,
de Isidro Morillo de Teatro Esencial, Maracaibo; La mujer esqueleto, de
Nebai Zavala, Maracay; Juana la Avanzadora, de Yrali López Guevara,
Puerto Ordaz; A petición del público, de Orlando Ascanio, Teatro Estable
de Villa de Cura; Reverón: El grito de la luz, de Germán Ramos,
Yaritagua; Olalúnea de la mencionada Asociación Teatral Coordinación
(las dos últimas vistas en Caracas en la programación del Festival
Internacional de Teatro Progresista), entre muchos otros montajes no solo son
parte del teatro venezolano sino que lo renuevan con subjetividades
alternas. Se asume que en esos espacios
hay una crítica activa; en todo caso Bartolomé Cavallo publica en Facebook
notas críticas sobre actividades escénicas en el estado Aragua; Freddy Antonio
Torres González también publica en Facebook material académico y actividades
teatrales de la ciudad de Mérida; en Maracaibo, el periodista y crítico Alexis
Blanco constantemente revisa en sus escritos el quehacer escénico y sus
manifestaciones.
Esta reflexión revisa a grandes rasgos
la triada escena-crítica-espectador y propone la discusión de estrategias para
incentivar la presencia de los espectadores que merece nuestro teatro. Va más allá de la escena caraqueña debido a
la premisa de que es necesario buscar las maneras para que las representaciones
que se realizan en el país lleguen tanto al espectador como al archivo. El diálogo entre hacedores de teatro,
críticos y espectadores es esencial para intercambiar saberes y fortalecer
nuestra escena.
Obras citadas
-Azparren Giménez, Leonardo. “Las prioridades de la crítica
teatral” (pp. 6-7). Primer encuentro nacional de críticos de teatro. Secretaría del Estado Zulia, La Universidad
del Zulia, Sociedad Dramática de Maracaibo, 1986.
-Dubatti,
Jorge. Teatro y territorialidad. Gedisa Editorial, 2020.
-Pavis,
Patrice. Diccionario del teatro. Paidós, 2016.
-Rigaborda,
Miguel. “La escuela de
espectadores”. Artezblai,
19-10-2022. Obtenido el 10-08-2024.
-Warner, Michael. Counterpublics. Zoom Books,
2005.
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