Monday, August 19, 2024

La Bienal Apacuana: Mostrador de la dramaturgia nacional.


Pablo García Gámez 

Hasta el 20 de octubre de 2024, la Compañía Nacional de Teatro y el Centro Nacional del Libro reciben los textos para participar en la Segunda Bienal Nacional de Literatura Apacuana de Dramaturgia 2024. El concurso, que se establece con carácter anual en 2015 y a partir de 2022 pasa a ser bienal, es una oportunidad para los dramaturgos venezolanos de ver representadas y publicadas sus obras. Además, brinda la oportunidad para divagar sobre el oficio. 

El quehacer del dramaturgo es el más en solitario del teatro. El proceso de ensayos tiende a incluir al elenco, la dirección, los diseñadores y técnicos alrededor del texto que el autor ha concebido en solitario. En un proceso convencional el dramaturgo, con suerte, será llamado a una que otra sesión. Esa dinámica se visualiza en el modelo de representación teatral, incluida en Performance Theory del teatrero Richard Schechner quien llama al texto drama y lo coloca solo y al centro de una serie de formas más o menos circulares; al siguiente círculo lo denomina script y corresponde a la transmisión de códigos que brindan la dirección, el elenco y los diseñadores. Sigue theatre o las acciones del elenco en escena, y finalmente, el círculo mayor y más irregular lo llama performance, que incluye a los elementos involucrados en la representación incluso al espectador: se refiere todo lo que sucede durante el performance en el escenario y en la platea (p. 71). Así el teatrero norteamericano establece al texto como el germen de la representación teatral. 

En Venezuela hay autores teatrales de calidad sobresaliente. Aparte de nuestros clásicos, como César Rengifo y las generaciones posteriores, hay autores poco conocidos con propuestas que aportan novedosas perspectivas a la escena. El hecho se evidencia en la cantidad de participantes que se inscriben en talleres de dramaturgia; algunos de estos participantes están en el proceso de encontrar su voz: la autopercepción de ellos, de su ideología. Por ello, en los talleres “La propia voz” -dictados por quien esta nota escribe- la premisa es conocerse a sí mismo. Es imprescindible: “…saber quién se es; es orientarse en un espacio moral, un espacio en el que haces preguntas como qué es bueno y qué es malo, qué vale la pena hacer y qué no, qué tiene importancia y significado para uno y qué es trivial y sin importancia,” afirma el filósofo Charles Taylor citado por Gerald Izenberg. (p. 10). Conociendo su voz, es posible para el autor crear en consonancia a su perspectiva de mundo. De un modo más directo, Gilberto Pinto aborda la relación entre conocerse y expresarse: “…antes de preocuparse por conformar un estilo sería preciso que el escritor comenzara por aclararse una identidad…” (p. 115); es decir, conocer el porqué de sus respuestas ante diversos estímulos, conceptos y situaciones. 

En tiempos híbridos y postdramáticos como los de ahora, el autor tiene la libertad de incorporar diversos géneros, temáticas, formatos en una misma pieza: distopía, absurdo, epistolario, memoria, la realidad inmediata. Recurriendo a Gilberto Pinto de nuevo: “El dramaturgo escribe lo que su espíritu le impulsa a escribir. Por lo general es el producto de la compulsión que ejerce sobre él la realidad colectiva en que se envuelve” (p. 71). Volviendo a los talleres, estos son muestrarios de diversas temáticas y formas: la participante wayuu que, desde su perspectiva, observa su comunidad dentro de una sociedad hegemónica; la mujer que desentierra su memoria afrovenezolana; la misma realidad vista por dos personajes y que para uno es la miseria mientras estimula la imaginación de otro; la migración, la enfermedad y las mascotas; la homofobia y las múltiples dimensiones del sujeto cuir; el adolescente que observa una escena de violencia doméstica; la madre como transmisora del patriarcado. Mención aparte merece la historia, temática que por un lado se muestra en piezas de notoria calidad y por otro, es presentada en obras próximas al metarrelato de la hagiografía como ejemplos de personajes inalcanzables para el ser común. 

Diversas voces, diversas visiones en conjunto reflejan en escena la identidad de un país. Y entre ellas hay trabajos que con frecuencia salen de lo canónico y ofrecen caminos alternos. Por ello, cabe mencionar la idea de Richard Schechner, en Performed Imaginaries, donde plantea que las vanguardias no son potestad de determinados centros, sino que: “…son prácticas y teorías que cambian de acuerdo con el periodo histórico, la ubicación geo-cultural y la práctica individual” (p. 17), pasan ellas también a formar parte del perfil colectivo. 

El dramaturgo necesita información. Información sobre agrupaciones, concursos, talleres, seminarios, investigaciones, lecturas dramatizadas para afinar el oficio. En el medio existen iniciativas como las del Instituto de Investigación para el Desarrollo de las Artes en Venezuela, IIAVE, que organiza actividades dirigidas a dramaturgos. El fallo de la Bienal Apacuana, estímulo a la escritura teatral, será la oportunidad de conocer el trabajo inédito de un autor o autora que ofrece una lectura del mundo desde su perspectiva particular. 

Obras citadas. 

Izenberg, Gerald. Identity. U of Pennsylvania Press, 2016. 
Pinto, Gilberto. El texto teatral. Fondo Editorial Fundarte, 2004. 
Schechner, Richard. Performance Theory. Routledge, 2007. 
 ---. Performed Imaginaries. Routledge, 2015.

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